Pensar = traducir
Encontré esta simpática historieta en el sitio Mox’s blog, de un colega, por supuesto.
Me gustó porque creo que, en mayor o menor medida, nos representa a todos los traductores en algún momento de nuestras existencias. Cuando estamos a full con mucho trabajo, con una entrega inminente, durmiendo mal y poco y casi sin contacto con el mundo externo ni por televisión, somos autómatas, que traducimos hasta lo que pensamos. O en otras palabras, el mismo acto de pensar se nos vuelve sinónimo de traducir. Traducimos todo, en voz alta o en nuestra cabeza, para otros o para nosotros mismos. O directamente hablamos en inglés, sin considerar que la tía no entiende una palabra de «ese bendito idioma», o que Sultán sólo entiende «sit», «down» y muy pocas otras cosas, pero no lo que pensamos sobre la vida y la muerte o lo que planéabamos para este fin de semana.
Este post, como verán, no intenta resolver nada. Es una simple reflexión, después de varios días de «silencio». (¿Adivinan por qué razón? Exacto, ¡una terrible entrega!) Para el agotamiento y el estrés en medio de una entrega urgente, ya hemos sugerido tomar descansos frecuentes (salir a dar una vuelta, comer una manzana, hacer una llamada telefónica) para evitar, especialmente, cometer errores y entregar un buen producto. Para la «locura» derivada de mucho traducir… creo que no hay remedio. 😉
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